Isidro García Getino
La escuela es un medio no natural (podría incluso decir no ecológico, pero no lo voy a decir para no extenderme). La naturaleza no nos prepara genéticamente para la escuela. La naturaleza nos prepara para aprender naturalmente, para aprender de otros próximos, mediante imitación. Resulta que los aprendizajes escolares no son aprendizajes naturales, son convencionales. Además de ser convencionales son complicados, exigen un equipamiento senso-motor desarrollado, agudo, afinado, ágil y bien integrado. – ¿Te has dado cuenta que no he mencionado para nada que hay que ser inteligente, o tener un buen cerebro? -. Afortunadamente la inteligencia suele responder en el 99% de las personas; algo que no podemos afirmar de todos los demás componentes que intervienen en el aprendizaje escolar y que son los que hacen que este niño (cada niño) esté habilitado o no para aprender lo convencional – escolar. ¿Dispone este niño del equipamiento (lote de herramientas fisio-psíquicas) que necesita para aprender las complicadas destrezas, habilidades y estrategias convencionales de la escuela?
La respuesta a la pregunta que precede es obvia:
-¡Pero “el saco” es el mismo para todos y en ese saco se juega a la oca! –
Hay que buscar culpables y se reparte la culpa en “cuartos”: Sociedad, padres, maestros y los niños. Al 25% = 100 ¡¡Resuelto!! Aquí no pasa nada.
Muchos países y algunos Centros en España contemplan la persona del niño, su desarrollo real (no el que marca la fecha de nacimiento), sus habilidades y su habilitación para aprender en el nivel que corresponda, también lo que se debe y se puede hacer para su normal aprovechamiento del proceso enseñanza-aprendizaje. A esto se puede llamar tratamiento personalizado. ¿A qué distancia nos encontramos de ello? No sé la respuesta, pero sí sé que se puede realizar prevención de la discriminación, diametralmente opuesta a la política de “educación inclusiva” = todos al mismo “saco”. Y en el saco lo que hay es igual para todos, todos al mismo tiempo, al mismo ritmo, “la misma comida” – aunque sean celíacos, diabéticos, polialérgicos, mocosos o bulímicos – ¡¡Y el que no siga el paso, ración extra, “más de lo mismo” por los años de los años (menos mal que no son siglos)!!
Nosotros abogamos por la prevención del fracaso escolar que lleva a la discriminación. Desde muy pronto, 4-5 años, profesores y muchos padres ven que “algo en este niño no funciona bien”. Las habilidades y destrezas para lo convencional (lo escolar) no evolucionan al ritmo regular que demanda la escuela. El fatídico término inmadurez (o retraso madurativo) aparece pronto como bálsamo suavizante (el tiempo madura las peras).
Quizás el/la pediatra había observado, había visto, había sospechado, había comprobado…”¡ya madurará!”, “cada niño es diferente” (pero en la escuela va al saco), “unos tardan más y otros menos” (algunos se quedan). ¡Qué preciosa colaboración si la pediatría…! (pero ellos “son médicos”).
La “maduración” de los humanos es desarrollo (que no es lo mismo que crecimiento) y no es estacional. El retraso madurativo es un desarrollo que no va bien porque algo dentro del niño está poniendo barreras al proceso. Los obstáculos al desarrollo armónico de un niño pueden ser de muy diversa índole – los humanos somos muy complejos, tenemos un cuerpo tan maravillosamente complicado que uno se admira de que, en general, pueda funcionar todo de forma correcta.-.
Hoy sabemos algo, bastante quizás, sobre desarrollo de los niños, sobre lo que implica aprender y qué podemos hacer cuando encontramos barreras que están obstaculizando el aprendizaje – sobre todo el aprendizaje convencional – escolar de un niño-. Una cosa es segura, y queremos advertir firme y acentuadamente sobre ello: ningún niño antes de los 8 – 10 años es culpable de aprender poco o mal, de ser vago o de estar desmotivado. Generalmente tampoco tienen culpa los profesores y, salvo excepciones, los padres no son los obstáculos.
Sucinta y parcialmente vamos a enumerar obstáculos frecuentes en el desarrollo de un niño que le dificultan el aprendizaje escolar – convencional:
Todo niño con uno o varios de los obstáculos anteriores mostrará inmadurez o retraso en sus procesos de aprender. Hoy podemos abordar y superar con cierta facilidad cualquiera de las situaciones mencionadas. Tenemos que centrar nuestra mirada en el niño, el tiempo “un verano más” no es suficiente remedio, “más de lo mismo” suele provocar hastío, cansancio y a la postre rechazo de los aprendizajes convencionales que son costosos, eso en el mejor de los casos, pues lo más frecuente es que logremos un niño convencido de su incapacidad, de su torpeza, de que él no vale para estudiar (lo suyo es otra cosa…) ¡Ya tenemos el fracaso escolar en ciernes! Y la situación discriminatoria en proceso.
La observación de dificultades de aprendizaje, de retrasos evolutivos, de alteraciones motrices, sensoriales o comportamentales en un niño debe llevarnos a padres y maestros a cambiar nuestra mirada al niño. Empecemos por profundizar en la observación, después a compartirla entre ambos y, cuanto antes, buscar soluciones para una prevención eficaz del fracaso discriminatorio.
Prevenir es siempre más práctico y más sabio que curar o llegar tarde. El Método Mind Moves-Moves that Mend the Mind, de la Dra. M.de Jager , aporta un grandísimo elenco de ayudas, sugerencias y procedimientos ampliamente ilustrados para abordar tratamientos de los problemas apuntados.
Este Método acaba de aparecer traducido al Español como “Mente en Acción – Movimientos que Mejoran la Mente” y editado por Ediciones TUCCI (Jaén , Noviembre 2010).